El Primer Concierto del Osito Paddington

Cuento para narrador y piano.
Historia de Michael Bond
Música de Herbert Chappel
Adaptación de Mario Iván Martínez

Nuestra historia comienza en Londres cuando los señores Brown encontraron a un osito perdido en la estación de ferrocarriles llamada Paddington. Y así lo bautizaron, Paddington por haberle conocido ahí. Los Brown lo descubrieron sentado sobre una vieja maleta. Traía una plaquita que colgaba de su cuello que decía: “Favor de cuidar bien a este osito”. Paddington venía del Perú. Emigró a Inglaterra como polizón comiendo mermelada. Paddington cuenta a los Brown sus muchas aventuras en su viaje desde Perú y muy pronto se siente como en su casa con la familia Brown.

A diario el simpático osito va al mercado a comprar su dotación de pan dulce, hace el mandado de la Sra. Brown y es muy bueno para regatear. Muy pronto se hace amigo de todos, especialmente del Sr.Gruber, dueño de una tienda de antigüedades en la Avenida Portobello. Este viejito era un verdadero sabelotodo. Casi todas las tardes tomaban el té con galletas y el señor Gruber dejaba a Paddington boquiabierto con sus historias de su vida en Hungría, donde todas las noches había música y baile. Paddington comenta que en la montaña donde vivía, no había mucha música. El señor Gruber añade que la vida no es nada sin música e invita a Paddington y a su nueva familia a escuchar música en la Sala Real de Conciertos.

Cuando llegan ahí Los Brown le hacen saber al osito el programa que escucharán esa noche. Para empezar se ofrecerá la Sinfonía Sorpresa de Haydn y después la Sinfonía Inconclusa de Schubert. Paddington se enoja porque el señor Gruber ya pagó los boletos y Schubert ni siquiera ha terminado su sinfonía. Inadvertido e indignado, el oso sale sigilosamente en búsqueda del tal Schubert. Después de perderse en un laberinto de pasillos se topa con una puerta que lleva un letrero el cual lee: Prohibida la entrada. La puerta se abre de pronto y súbitamente se cierra tras el osito quien queda encerrado. En ese momento, la orquesta toca la Sinfonía Sorpresa de Haydn. Paddington pide ayuda pero nadie lo puede oír. Más tarde en la sala un fuerte ruido espanta a la concurrencia y ante la sorpresa de todos, ¡el director parece elevarse algunos centímetros en el aire! Primero aparece un palo de escoba, luego un sombrerito conocido y después de un hoyo en el piso surge Paddington quien pegunta al director por el señor Schubert. Su voz sin embargo se ahoga entre los aplausos pues la súbita aparición del osito hace creer a los espectadores que éste es el motivo por el cual llaman a esa obra musical la Sinfonía Sorpresa. Entonces Paddington entona su propia melodía ante el júbilo general.

Al salir de la Gran sala de conciertos, Paddington está convencido de que cuando sea grande, va a ser director de orquesta.